El machismo desde la adolescencia, en su mundo sexual-afectivo

Mis pregunta está dirigida hoy a las madres: ¿Qué enseñas a tu hijo desde la infancia para que adopte posturas machistas?, ¿corriges actitudes claramente machistas, generalmente son más visibles en su adolescencia?, si tienes hijas e hijos, ¿Qué insertas en su mente para que las hijas permitan el machismo y tus hijos lo adopten?
Preparas y aclaras a tus hijos y/o hijas (desde la infancia y en la Adolescencia) para que comprendan que hombre y mujer son ante todo un ser, tienen un mundo de habilidades las cuales ambos (todos) pueden llevar a cabo. Ninguna persona es superior a otra!, una persona puede dominar una habilidad pero no la hace superior a otra.
Ningún ser humano es superior a otro: ni por género, ni color, ni credo, ni estatus, ni nada que se te pueda ocurrir. Ninguno puede permitir que su vida y sexualidad sea manejada por otra persona, aún menos, porque a esa persona se le da imagen de superioridad.
¿Qué es y de dónde proviene el machismo?
Para este caso, presentaré esta definición que encontré en una cartilla elaborada con la colaboración de mujeres y hombres jóvenes, así como de padres y madres de familia, docentes, psicólogos y sexólogos, quienes participaron de las actividades que realizó PROFAMILIA Joven en Colombia y aportaron sus preguntas frecuentes con respecto a la sexualidad. Año 2004.
“El machismo es un conjunto de creencias, costumbres y actitudes que sostienen que el hombre es superior a la mujer en inteligencia, fuerza y capacidad. Es decir, asignan a las mujeres características de inferioridad.
Por lo tanto quienes creen en el machismo o han sido educados en él, consideran que es el hombre quien tiene poder de decisión y elección, quien puede mandar y ordenar, conquistar y proponer en las relaciones afectivas y sexuales, quien debe recibir mayor retribución económica, entre otras creencias. Además, consideran que hay oficios para hombres y otros para mujeres, así como actividades exclusivas para hombres, por eso es usual escuchar que el hombre no debe asumir tareas del hogar (barrer, cocinar, planchar…) y que las mujeres no deben realizar tareas que impliquen el uso de la fuerza.
Las creencias machistas han pasado de generación en generación y por eso aún hoy muchas personas en distintas sociedades y culturas las conservan e incluso las ven como algo normal. En otros casos, el machismo ha permeado tanto la educación escolar, familiar y los medios de comunicación, que no se ve como una creencia sino como algo natural, es decir, se asume que biológicamente las mujeres son frágiles, dependientes e incapaces para desarrollar determinados trabajos u oficios. Sin embargo, muchas otras sociedades han relegado el machismo e intentan tener relaciones equitativas entre hombres y mujeres.
Por tratarse de una idea creada por las personas y la cultura, el machismo puede transformarse; pues hombres y mujeres tienen los mismos derechos y por lo tanto deben gozar de las mismas oportunidades”.
Debo agregar que el machismo alimenta sentimientos de codependencia: la mujer no logrará vivir sin la manutención del hombre y el hombre sólo ha de vivir para la manutención de la mujer.
La codependencia no tiene que ver con el amor, ni con la libertad, y menos con su fe.
Por qué no educar a los hijos como seres independientes, capaces de dominar su vida, su sexualidad, su afectividad, sin ideas de codependencia o con sentimientos de superioridad o inferioridad, donde el amor, el respeto y su fe en sí mismo este siempre presente.
Enseña a tu hija o hijo, repito desde la infancia, desde la adolescencia, que ni hombres, ni mujeres, deben dar cabida al machismo.
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